Demonios familiares de Ana María Matute
Curiosamente y sin ningún tipo de motivo aparente, me adentro en el mundo de Matute (y adopto a esta
autora, de paso) con su última novela publicada, Demonios familiares (Destino, 2014). E inacabada. En un
principio, la inmersión en su mundo ha resultado incluso dolorosa y asfixiante. La autora nos presenta el
reducido mundo de Eva, una adolescente que se prepara para ser novicia hasta que debido al incendio
provocado a su convento en los días previos a la Guerra Civil lo impiden. Así, Eva debe volver a su casa, con
su padre, un militar retirado frío y tiránico y los criados, Magdalena y Yago. Su casa, conocida como el
Palacio, no deja de ser un caserón frío y poco acogedor.
Eva es ingenua, melancólica y solitaria. Ha vivido recluida gran parte de su vida, por lo que no conoce nada
del mundo. “—Ya te digo, hija, por no aburrirse y propagar calumnias se han deshecho muchas familias, y
muchos amores…bonitos. (…) ¿Qué quería decir amores bonitos? ¿Los había feos?” (…) “Qué ignorante
soy. La vida pasa a mi lado y yo no me entero de nada.”
A Eva le han cortado las alas, pero nunca las ganas de volar. Tiene una inmensa necesidad de amar, de
sentirse querida. “Me asaltó de pronto esta convicción: no había amado a nadie, no sabía lo que era el amor.
(…) Solo había existido una gran soledad. Y un respeto atemorizado por cuanto me rodeaba y me querían
inculcar”. En muchas ocasiones sueña con el bosque, igual que con el desván de su casa, en el mismo en el
que Yago y ella esconderán a un aviador republicano, encontrado precisamente en las profundidades del
bosque. La situación es difícil, ya que la familia de Eva y la mayor parte del pueblo pertenecen al bando
nacional. La tensión es palpable, el odio del padre de Eva hacia “los otros” de la guerra. Y ese mismo
aviador, Bernardo o Berni, será probablemente el primer amor de Eva. “En lugar de eso, sentí a mi vez su
abrazo, apretado, cálido. ¿Por qué había creído que no lo haría nunca?”
Y digo probablemente porque nunca lo sabremos. Matute nos dejó antes de terminar la novela. En el punto
más álgido, la historia acaba. Giras la página incrédulamente y nada más. Por mi parte, cuando acudí a la
biblioteca en busca de alguna de sus obras, el hecho de que ésta fuese la última y además, sin terminar, hizo
que de algún modo me sintiese atrapada por ella. Sin embargo, tenía algún tipo de esperanza, de recibir
alguna explicación. No es así, pero a su vez, no resulta necesario. No sabremos qué les ocurrió a todos ellos,
pero eso permite que cada uno de nosotros les demos el final que creemos merecedor.
De este modo, me sumerjo levemente en el mundo de la autora, no sin decir que con muchas ganas me hallo
de conocer el resto de su obra. A ver qué me deparan las novelas de Ana María Matute en el futuro.
Mónica Baños
Estudiante de Derecho, con 16 años ganó el premio literario “Cuéntame un cuento feminista” de las Jóvenes
Moiras de Valencia. Entre otras cosas, le gusta el cine clásico, la música independiente y el té. Se
proclamo eterna amante de las letras, la literatura da sentido a su vida. Y ojalá que sea así por mucho tiempo. Su Instagram aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario