Hoy os traigo a Patti, Yoko Ogawa y Nell Leyshon.
No es ningún secreto que amo con todo mi corazón a Patti. La conocí como cantante pero indagando un poco encontré 'Éramos unos niños', un libro de memorias de su relación con Robert Mapplethorpe, de la vida que llevaron juntos, de cómo creaban arte, sobre cómo trataban de sobrevivir, del hotel Chelsea, de la generación beat. Habla del amor, de la amistad y del arte. La prosa de Patti siempre invita a crear.
Claro, después de leerlo me obsesioné, leí 'Babel' y supliqué para que me regalaran su último libro, 'M Train'. Se trata de otro libro de memorias. Aquí recoge su día a día, habla de Fred, su marido, de sus viajes, de sus lecturas, sus aventuras... nos hace testigos de su vida.
Lo siento, no puedo ser objetiva, solo puedo deciros que estos libros no se leen: se devoran.
Adoro la literatura japonesa pero, a parte de Banana Yoshimoto, solo había leído autores. Gracias a Rocío (su blog) descubrí a Yoko Ogawa y... ¡QUÉ BONITA ES! De verdad, escribe de una forma tan dulce y tierna que te pasas el libro con el corazón en un puñito y cuando lo acabas no te sacas a sus personajes ni con agua caliente.
El primero que leí fue 'La niña que iba en hipopótamo a la escuela'; cuando lo acabé no pude parar de llorar de lo bonito que era. Me quedé tan triste que mi madre me preguntó si tan mal acababa, le dije que no, que simplemente era demasiado bello.
Después me regalaron 'La fórmula preferida del profesor' y otra vez me mató de ternura. La historia de un profesor cuya memoria dura tan solo 80 minutos. Un libro en el que amor se narra de forma sutil, a través de cómo evoluciona la relación de los personajes, a través de las matemáticas... Un regalo precioso del que aprender mucho.
Bueno, acabo trayendo este libro otra vez porque me gusta aprovechar cualquier oportunidad para recomendarlo. Ya hablé de él aquí pero quería incluirlo en esta lista de autoras que voy descubriendo. Es un libro duro, es cierto, pero la narrativa, la protagonista, la historia... todo me parece de 10, por la forma en que lo construye y cómo consigue que te cale tan hondo. A día de hoy todavía no me saco de la cabeza a Mary, no creo que pueda hacerlo nunca.